El lector de pantalla

2017 fue el año en el que la sociedad se preguntó cómo podían programar los desarrolladores sin visión; y no fueron ni uno ni dos los desarrolladores, que como Saqib Shaikh, nos los mostraron (vídeo en YouTube).

Es bastante conocido que hay un consorcio (W3C) que ha elaborado WCAG (enlace externo a la web), esto es, una serie larguísima de directrices que, si se siguen, se pueden desarrollar páginas webs accesibles.

Teniendo en cuenta que aún queda un gran camino por recorrer, muchas webs hoy en día son bastante accesibles gracias al cumplimiento de las directrices WCAG. Sin embargo, parece que nos hemos dejado atrás la accesibilidad en los documentos. ¿Qué documentos? Por ejemplo los contenidos educativos que se utilizan en el colegio, el instituto o la universidad.

⏪ Rebobinando un poco… Algunas personas utilizan unas adaptaciones llamadas lectores de pantalla para tener acceso a la información que se muestra en la pantalla de un ordenador. Concretamente, son aplicaciones instaladas que hacen uso de unas APIs de accesibilidad que proporcionan los sistemas operativos.

Si usas MacOS, Voiceover es el lector de pantalla preinstalado y que puedes utilizar pulsando ⌘ + F5. El sistema operativo iOS también utiliza VoiceOver y puedes pedirle a Siri que lo active.

Si usas Windows, el lector de pantalla más usado es JAWS (como la película) y me temo que es de pago pero puedes instalarlo (enlace externo a la web de JAWS) y usarlo sin licencia durante sesiones de 40 minutos.

Para entender las dificultades que los usuarios de lectores de pantalla experimentan, he preparado un documento que resulta un tanto incómodo y he grabado en vídeo (en YouTube) cómo es leído con VoiceOver en mi ordenador. Sin embargo, lo valioso sería que instalaras un lector de pantalla y probaras a leer un documento que uses o elabores. Algunas de estas dificultades son:

  • Elementos decorativos que se leen y, por lo tanto, son molestos.
  • Elementos visuales que no son descritos y, por lo tanto, se pierde información.
  • Elementos en el formato incorrecto, como textos dentro de imágenes que el lector de pantalla no puede leer y, por lo tanto, se pierde información.
  • Elementos, como tablas, que visualmente proporcionan información directa, pero requieren que el usuario realice demasiadas acciones para acceder a la información y, por lo tanto, son molestos.
  • Celdas combinadas que pueden ocultar filas y, por lo tanto, se pierde información.
  • Información en columnas que no se lee en el orden correcto, y por tanto, es molesto.
  • Elementos que se leen con la entonación en un idioma distinto al que están escritos y, por lo tanto, son molestos.
  • Elementos como los encabezados y pies de página que se leen repetidamente y, por lo tanto, son molestos.

Todas estas dificultades y más están mejor expresadas en el MOOC de Materiales Digitales Accesibles (enlace externo a la web). Por supuesto, en dicho curso cubren otras dificultades, no solo las derivadas del uso del lector de pantalla.

Afortunadamente, los procesadores de textos actuales y otros editores disponen de herramientas para hacer los documentos más accesibles. Pero definitivamente, lo infalible es verificar la accesibilidad del documento de forma manual usando un lector de pantalla.